AGENCIAS / LOS TIEMPOS Marcelo Martins se dejó caer en su cama del hotel y se sacó del bolsillo un teléfono móvil que no paraba de hacer ‘bip-bip’, como una especie de Sputnik 1 moderno. “Sentía como si estuviera viviendo en otro mundo”, recuerda. Las emociones del corpulento ariete se dispararon como un cohete mientras veía los mensajes en vídeo en el grupo de WhatsApp de su familia. Sintió un orgullo inconmensurable, así como... + Leer noticia completa
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