Después de algunos años de lecturas bíblicas, tengo absoluto convencimiento de que en la Iglesia nada se mueve sin la presencia de María, la por siempre Virgen. Y el sentido discurso del Papa Benedicto XVI pronunciado hace exactamente once años en la Plaza de San Pedro, cuyas palabras, por eso mismo hago mías, confirman que no por nada la llamada corredentora y cooperadora en la obra salvífica, es la criatura que más conoce al Hijo de... + Leer noticia completa
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