Mi profesor de Derecho Romano comentó, en una clase allá por los años 90, que en Roma había dos penas muy severas contra los corruptos: 1) el exilio y 2) el suicidio. Por la segunda pena, deduzco que había funcionarios que se avergonzaban tanto de haber robado a su pueblo que preferían quitarse la vida a sufrir el oprobio total. Los corruptos de hoy ni se sonrojan porque este sempiterno mal es una moneda tolerada por bastante gente.... + Leer noticia completa
Notibol es un agregador informático de noticias y no es responsable del contenido de los enlaces a los sitios externos que generan las noticias.
Acerca de Notibol | Contacto | Política de Privacidad | Descargo de Responsabilidad