Un monje al que le gustaba meditar en silencio, decidió un día subirse a un bote y remar hasta el centro de un lago. Allí estaría mucho más tranquilo y podría meditar mejor. Ya estaba en el centro del lago y cerró los ojos. ¡Qué paz se respiraba! Pero de pronto, cuando estaba en la fase más profunda de sus reflexiones, algo golpeó su barca y le desconcentró. Le molestó tanto que pensó: – “En cuanto abra los ojos, se va a... + Leer noticia completa
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