Ninguna mujer quiere verse vieja. Ninguna. Ninguna mujer quiere ser mayorcita, ninguna. Estos son axiomas absolutos aquí, en Nigeria, Oahu, Torotoro o París. Las empresas cosméticas ganan miles de millones en tintes, cremas faciales, maquillajes, estiradas y otras ilusiones. Casi todas las mujeres caen en la costosa red de adoptar defensas contra el tiempo, aunque al final la realidad se impone, y un día los años acumulados hacen... + Leer noticia completa
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