Hemos vivido y aún vivimos en un país de las buenas intenciones. “El fulanito tenía buenas intenciones”, se dice. “El camino al infierno está lleno de buenas intenciones”, anota el dicho popular. De veras que de las buenas intenciones a los hechos dista mucho trecho. Éste que, como siempre, es inalcanzable y se pierde en la nebulosa. En resumen, se esfuma toda esperanza. La política boliviana, posiblemente desde la fundación de la... + Leer noticia completa
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