No había nada más hermoso que el cofre de mi abuelita, pasé toda mi infancia soñando con descubrir los secretos que encerraba. Cuando mis hermanas y yo tuvimos uso de razón lo bautizamos con el nombre de El Joyero, tal vez, ¿Piensan ustedes que era una cajita pequeña llena de adornos brillantes, forrada de raso rojo y con un espejito coqueto en la tapa?... están equivocados, el cofre de mi abuelita era una caja rústica de un metro y... + Leer noticia completa
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