Después de más de cuatro meses de cielos grises, lluvia constante, niebla en las montañas y frío que cala los huesos, estamos viendo, casi como un milagro, el cielo paceño tradicional que nos levanta el alma, que permite que el sol nos abrigue, nos ilumine e inspire a movernos, a trabajar, a mirar más allá de las montañas y soñar con vivir una vida plena y sin temores. El lunes llegué de Yungas, con un viaje al final del día que... + Leer noticia completa
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