Para que no le sacaran del apartamento en pijama, o le obligaran a vestirse delante de algún hombre impasible y despreciativo del NKVD, se acostaba totalmente vestido, tumbado encima de las mantas, con una maletita ya preparada a su lado, en el suelo. Su inquietud, a su vez, impedía dormir a Nita. Los dos yacían en la cama fingiendo; además fingiendo que no oían ni olían el pánico del otro. Elegí ese párrafo de un libro leído hace... + Leer noticia completa
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