Esta vez no ha habido música ni abrazos ni cacerolazos ni gritos de libertad. Si en 2016 la muerte de Fidel Castro se celebró como un carnaval en la Pequeña Habana de Miami, el anuncio formal de la salida de su hermano menor Raúl del poder se vive en silencio, con menos fanfarria y más escepticismo en la capital del exilio cubano. “Mientras sigan los históricos con vida, ellos van a seguir mandando en Cuba. A los que ponen en el poder... + Leer noticia completa
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