Cada día veo la cárcel de mujeres de Miraflores prácticamente desde mi ventana. Algunas tardes se escucha a las presas jugar a la pelota. Durante los días aciagos de la cuarentena, hubo veces en que las mujeres presas gritaron y pidieron que las tomen en cuenta, que les hagan pruebas, que les proporcionen medios para cuidarse de la pandemia. Alguna vez entrevisté allí a una persona que había caído presa y pude sentir en mi propia piel la... + Leer noticia completa
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