El 20 de marzo pasado, poco después de poner el 3-1 final ante San José, no era precisamente un gesto cargado de alegría el que reflejaba el rostro del colombiano Oswaldo Blanco. Ni bien cerraba la victoria en el estadio Jesús Bermúdez, el goleador de Palmaflor lloraba. Entre la satisfacción por decretar la victoria del grupo y la preocupación concentrada en el pecho por la salud de su mamá, claro que podía más lo segundo. Los de... + Leer noticia completa
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