No bastó el calvario de hacerse cargo de un país en llamas. Tampoco tratar de navegar un gobierno repleto de aves rapaces. La vimos llorar, porque ella ni lo buscó, ni se lo imaginó jamás. Pero ahí estuvo, en medio de las circunstancias, poniéndole el pecho a las balas y dando lo mejor de sí para enderezar un país enredoso y complicado. De la mano de una fe poco común en estos días, gallarda, sin adornos y sin poses dirigió Bolivia... + Leer noticia completa
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