Algo me inquieta. Después de haber fracasado, colectivamente, para prever y prevenir esta trágica pandemia, nuestra capacidad para anticipar cómo será el día después parece abrumadora. El alud de profetas y adivinos nos aturde en tiempos de paciencia cognitiva limitada. No supimos anticipar el ayer, estamos naufragando en el hoy y nos aventuramos con el mañana sin pudor, ni la prudencia debida. Pero de entre toda la cacofonía predictiva,... + Leer noticia completa
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