Un cascarón de cuatro paredes y vigas de madera calcinadas en el suelo. Esto es cuanto ha quedado de la iglesia de Santiago en Nurio (Michoacán), devorada por el fuego. Le decían la catedral Sixtina de la meseta indígena Purépecha, una joya irremplazable del arte novohispano fundada en el siglo XVI, con un hermoso artesonado policromado, un coro y un baptisterio que se han perdido para siempre. Las pinturas, de hermoso arte indígena,... + Leer noticia completa
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