Esperan en silencio su turno, con mirada tímida, para recibir el paquete de comida que la asociación Pane Quotidiano de Milán distribuye. Desde el primer brote del virus de coronavirus en febrero de 2020, la cola de “nuevos pobres” no cesa de aumentar y ahora ya llega a varios cientos de metros. ”Me da vergüenza venir aquí, pero si no vengo no tengo suficiente para comer”, confesó Giovanni Altieri, de 60 años, con cabello ralo y... + Leer noticia completa
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