Esa tarde en la Bombonera me pareció que aquel ángel esbelto, enrulado y puro sería inmortal. Todo lo ocurrido ese domingo 27 de febrero de 1977 fue bello; hasta la lluvia vertical del crepúsculo que terminó siendo un alivio para la multitud pegajosa y abrumada por la pesadez del aire. La selección nacional es el rostro de la gente después de los partidos. Y aquel equipo que se preparaba para el Mundial 78′ despertaba satisfacción,... + Leer noticia completa
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