Homero Carvalho Oliva Vivir en Nueva York nunca había sido mi sueño; sin embargo, cuando visité la ciudad en el año 1988 me enamoré de ella porque fue como si siempre la hubiera conocido, como si en otras vidas hubiéramos sido amantes, como si el destino nos estuviera brindando una nueva oportunidad. Toda la ciudad me era familiar, sus calles, avenidas, parques, sus barrios y sus edificios me producían frecuentes déjà vu, de modo que no... + Leer noticia completa
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