Sobreviviste a los despertares nocturnos, a las primeras separaciones, a las rabietas de los dos años, a la adaptación a la escuela, al momento de dejar el pañal o el chupete… Pero llega la adolescencia y te pilla sintiéndote perdido, sin saber cómo hablar con ese niño o niña que ya no lo es tanto, pero que sigue necesitando guía y acompañamiento para empezar a transformarse en el adulto que aún no es. Con cierta nostalgia (más bien... + Leer noticia completa
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