La dominación ibérica enraizó sus poderes en la Villa de Oruro, cubriendo la barbarie con un manto cristalino. Su creciente ambición tejió el sombrío velo del tributo. Así, desde el fondo de las minas y otros lugares donde el americano sangraba su dolor, fue madurando la rebelión nativa que a cada golpe de crueldad se robustecía más, anhelando justicia y libertad. Ante los atropellos de los europeos, se formó un movimiento encabezado... + Leer noticia completa
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