Durante cuatro años, Donald Trump ha sido una figura omnipresente que ha atacado y elogiado, insultado y halagado, despedido y contratado a discreción a sus colaboradores. Casi nunca en persona. Siempre a través de la cobertura de Twitter. Una vez silenciado en esa red -y otras muchas más-, el presidente está solo, aislado, furioso y prácticamente herido de muerte política. Su segundo proceso de destitución, el mandatario lo siguió a... + Leer noticia completa
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