Los pueblos que olvidan sus desgracias e infortunios, pierden la conciencia de sus destinos, decía el presidente argentino Nicolás Avellaneda, y es una gran verdad, ya que las naciones fuertes y dignas siempre se han construido sobre el aprendizaje de las grandes lecciones que dejan las tragedias y desgracias vividas. Quizá el ejemplo más grande de este hecho es Europa misma, que después de la Segunda Guerra Mundial supo encontrar un... + Leer noticia completa
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