Hacer el mal constituye un acto de repudio para la gran mayoría de las personas. Sin embargo, la práctica del mal en forma permanente es una de las identidades más profundas de la naturaleza humana. Dañar a los otros y a uno mismo a sabiendas de que se puede romper la ley y cometer todo tipo de crímenes, es el aire que se respira cada día. Todos estamos equipados con la capacidad necesaria para cometer los actos más perversos que podamos... + Leer noticia completa
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