El fútbol nos seduce e ilusiona porque es el único juego que nos permite entregarnos redondos a esa lujuria galopante, tan humana, del fraude y la inmoralidad. Pues sí, el goce del fútbol detona con mayor intensidad, en esa grieta aleatoria por la que irrumpe, jubiloso, un gol inmerecido, arbitrario, tramposo, inoportuno, inesperado, concretado con una mano furtiva o en un fuera de lugar no sancionado. Y es que el grito de un gol es la... + Leer noticia completa
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