Por Allison Klein Durante casi una década, Antonio García vivió en un callejón de un barrio aburguesado de Chicago. Construyó un refugio con restos de madera y colchones y tenía como compañeros docenas de gatos callejeros, que consideraba sus familiares. Se hizo amigo de algunas personas que vivían en esa comunidad llamada Fulton River District, algunas de las cuales pasaban para dejarle comida a él y a los gatos. A los propietarios de... + Leer noticia completa
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