Ninguna religión de cuantas se practican en éste nuestro mundo ha podido hasta ahora, que yo sepa, desarraigar ni siquiera parcialmente a sus devotos de su naturaleza humana, tan desviada y putrefacta desde que el ser humano existe aquí en el planeta. Y es que una de las funciones de la religión, además de prometer y advertir al hombre una especie de esperanza y otra de ruina para después de la muerte, es restringir los apetitos rapaces de... + Leer noticia completa
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