Comenzó delante del Parlamento sueco el pasado 27 de agosto, un día de colegio como cualquier otro. Nos sentamos con el cartel y los panfletos que habíamos hecho en casa. Era la primera huelga escolar. Desde entonces, los viernes dejaron de ser días lectivos normales. Muchos otros recogieron el testigo en Australia, Alemania, Bélgica y, pronto, en todo el mundo. Sabíamos que había una crisis climática. No solo porque habían ardido los... + Leer noticia completa
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