AFP / Lagos Cuando, en los bancos de la facultad de Medicina, Isima Sobande escuchó hablar de madres que decoloraban la piel de sus bebes, creyó que se trataba de una leyenda urbana. Pero no tardó en verlo con sus propios ojos. Poco tiempo después de que fuera enviada a un centro médico de Lagos, capital económica de Nigeria, Sobande registró el ingreso de un bebé de dos meses, que se retorcía de dolor, con forúnculos muy grandes por... + Leer noticia completa
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