jueves, abril 10, 2025
InicioSeccionesOpiniónMindfulness y educación

Mindfulness y educación

Wilder Cabrera Laruta

Mindfulness o atención o conciencia plena, se ha utilizado con éxito en contextos generalmente clínicos, aunque en los últimos años se ha ampliado su aplicabilidad a otros ámbitos, entre los que destaca el educativo. En este sentido, abordamos desde una perspectiva teórica el concepto de mindfulness y cómo se está utilizando entre la comunidad educativa. Para ello se revisa primero el propio concepto y se discute cómo se ha pasado de la teoría a la práctica en su uso educativo, tratando de profundizar en sus ventajas, dificultades y presentando algunas posibles mejoras.
Durante los últimos años ha crecido exponencialmente el número de publicaciones sobre mindfulness. Aunque muchas de ellas están dedicadas a la investigación de sus efectos en contextos clínicos, comienzan a evaluarse los efectos de algunos programas dirigidos a docentes y estudiantes de diferentes niveles del sistema educativo. Los medios de comunicación y las redes sociales, de un modo más o menos acertado, se hacen eco de esta nueva tendencia. Parece que mindfulness está de moda y como con todo lo que se pone de moda, es natural que surjan dudas sobre la validez que podría tener en un contexto específico, como el educativo. ¿Qué condiciones se requerirían para que pudiese producir efectos positivos en contextos educativos? ¿Qué necesitarían saber los docentes antes de aplicarlo? ¿En qué circunstancias podría estar desaconsejada su utilización?
Germer, Siegel y Fulton (2005), exponen que la palabra mindfulness, se utiliza actualmente de tres maneras diferentes, en función del contexto en que se aplica: como un constructo teórico mensurable, como un conjunto de prácticas de meditación y como un proceso psicológico. Aunque estas tres maneras de entender mindfulness están profundamente interrelacionadas, para poder atender mejor a los objetivos del presente artículo nos centraremos en examinar mindfulness como un proceso psicológico.
Probablemente los educadores que vienen utilizando mindfulness desde hace tiempo no alberguen dudas sobre su potencial en áreas como la reducción del estrés, el entrenamiento de habilidades atencionales o la mejora del clima de grupo. Es probable que estos educadores hayan pasado previamente por procesos personales, en los que la participación en grupos de meditación haya jugado un papel importante, ayudándoles a llevar una vida más serena, a desarrollar sus habilidades comunicativas y a afrontar los retos que la profesión docente les pone delante cada día, con mayor fortaleza y sabiduría.
En definitiva, mindfulness nos plantea una nueva manera de entender los procesos de enseñanza y aprendizaje, que pone en el centro de los mismos la indagación introspectiva, la amabilidad y la aceptación. Aunque son muchas las dificultades y los requisitos para su introducción en contextos educativos, también son muchos sus posibles beneficios. Esperamos que los avances en la práctica y la investigación durante los próximos años, así como el constante diálogo en la comunidad educativa, contribuyan a soslayar las dificultades y faciliten que mindfulness enriquezca progresivamente nuestro sistema educativo.

ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES