martes, abril 22, 2025
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Luto carnavalero

El Carnaval en Bolivia se vio empañado por una seguidilla de accidentes de tránsito que se cobraron la vida de varias decenas de personas y dejaron otras tantas decenas de heridos. Uno de los accidentes más graves se produjo en la madrugada del sábado 1 de marzo, cuando dos flotas en la carretera Uyuni-Potosí colisionaron por invasión de carril y murieron 38 personas; el accidente, además, dejó 39 heridos. Horas más tarde, ese mismo día, una adolescente de 14 años fue atropellada por un bus en la ciudad de Oruro, y perdió la vida.
La tragedia continuó el domingo 2 de marzo, cuando una gran roca cayó sobre un minibús en la ruta Entre Ríos-Palos Blancos, hecho que dejó un saldo de dos muertos. El lunes 3 de marzo se produjo un choque entre un bus y una vagoneta en la carretera Oruro-Potosí, con un saldo devastador: 31 muertos y 22 heridos. Y finalmente, el mismo día, una pareja de esposos que iban por la carretera Oruro-Pisiga perdió la vida cuando el conductor perdió el control de su camioneta y ésta impactó frontalmente con un tráiler.
En por lo menos uno de los cinco accidentes mencionados, el alcohol fue el responsable (o más bien el chofer que se embriagó antes de conducir). Las fechas de carnavales son luctuosas por el desenfreno que hay en ellas, pero estos carnavales de 2025 fueron particularmente dolorosos por estos accidentes de tránsito y otras muertes más que debió haber a lo largo y ancho del país, pero que quedaron seguramente en el desconocimiento.
No parece ser mala suerte, sino falta de medidas gubernamentales que garanticen la seguridad de las personas. En cualquier país serio, las cifras de muertos y heridos registradas en estos días serían motivo de una crisis nacional o de desestabilización gubernamental, pero aquí son una estadística más, una anécdota para la historia que, al final, se diluye en la resignación y la indiferencia. Los cinco días de duelo que declaró la Gobernación de Potosí, por ejemplo, son un saludo a la bandera, pues ¿de qué sirven? ¿Resolverán el problema?
Las carreteras en Bolivia, sobre todo aquellas que conectan poblados en Oruro y Potosí, son inseguras porque son angostas, están llenas de baches y no tienen señalización ni lugares para orillarse cuando el vehículo necesita ser detenido. A todo esto, se suma una Policía que no realiza controles de alcoholemia en trancas y terminales, que se ensaña con choferes de vehículos particulares, muchas veces para obtener una coima, y cuya inspección técnica vehicular, burocrática y corrupta, es estricta solo con vehículos privados y no con vehículos públicos, que cada día transportan a miles de pasajeros.
Al final de la tragedia, se tiene más de lo mismo: discursos hipócritas de policías que son parte del problema, condolencias vacías de políticos que estuvieron carnavaleando y promesas que serán olvidadas apenas pasen unos días. Bolivia no necesita esto, sino carreteras más seguras y una Policía que, más que investigar los accidentes, los prevenga… Y, obviamente, choferes más responsables, que de una buena vez se den cuenta de que si beben y conducen están jugando con la vida de seres humanos, y pasajeros más cuidadosos con sus propias vidas, pues hay que decir que en Bolivia el uso del cinturón de seguridad no es precisamente un hábito.

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