La vieja oligarquía de la derecha no cambia en sus recetas económicas ortodoxas ni en su política señorial, aquella que, heredada del sistema feudal de la oscura Edad Media, con feudos, señores feudales y vasallos que rendían tributo a un modelo monárquico.
Es la mirada que mantienen sobre Bolivia, su territorio, sus regiones, su población… con una nostalgia por un Estado colonial, republicano y neoliberal que fue sustituido por un Estado Plurinacional sin privilegios, sin jerarquías, donde rigen el respeto y la igualdad.
Una muestra de que este pensamiento está intacto la dio el político cruceño Gary Áñez al anunciar su alianza con Jorge Quiroga, delfín del dictador Hugo Banzer con Acción Democrática Nacionalista (ADN) y que pretende ser el candidato de la derecha en su afán de vencer al Movimiento Al Socialismo (MAS): “Tuto, le entrego a mi pueblo”, le dijo.
No fue una “dedicatoria” —como difundieron políticos y medios conservadores—, sino un mensaje de cómo esta élite mira señorialmente al territorio y a la población de Santa Cruz.
Esta política señorial era carta común en la época neoliberal, con un Jaime Paz Zamora y un Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) que veían a Tarija como su propiedad, o un Leopoldo Fernández que con ADN implantó un dominio político, económico y territorial en Pando bajo la lógica de un “cacicazgo” alimentado por una discriminación a lo indígena que provocó la “masacre de Porvenir” en 2008, con la muerte de 13 indígenas de un grupo que protestaba e intentaba llegar a la capital Cobija.
Otra expresión de esta mentalidad de la oligarquía política del pasado —que comulga con la frase de “El Estado soy yo” de Luis XVI— es su práctica de recurrir a una especie de “sucesión monárquica” o al nombramiento de familiares en cargos públicos. Hay casos recientes, como de los alcaldes de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, y de Santa Cruz, Jhonny Fernández, quienes en sus ausencias posesionaron como alcaldes interinos a sus hijos Manfred Reyes Avilés y Miguel Fernández, respectivamente.
Esto también fue moneda corriente en el gobierno inconstitucional de Jeanine Añez en 2020, quien nombró a su hija Carolina Ribera Añez como representante de la Unidad de Apoyo de Gestión Social de la Presidencia. O con Jaime Paz Zamora, quien pasó la posta política a sus hijos Rodrigo y Jaime en Tarija. Y volviendo a ADN, cuando Banzer designó a su yerno Luis Alberto Valle, más conocido como 'Chito', como prefecto de La Paz mediante un decreto supremo, y a su hija Patricia como secretaria privada.
Además, esta práctica antidemocrática se instaló también en la nueva derecha de Evo Morales, quien aplica esta lógica feudal en el Chapare de Cochabamba. Sin duda, el “Tuto, le entrego a mi pueblo” de Áñez —el político cruceño aliado de Quiroga, no la exsenadora encarcelada en Obrajes— ha vuelto a poner bajo el foco público a la política señorial de los gobernantes neoliberales de la antigua República, aquellos que intentan volver a la Bolivia de hace 20 años, con privilegios como en un régimen monárquico.