Hay que someter a una demoledora crítica los planteamientos emitidos por el Tribunal Supremo Electoral y el Tribunal Constitucional Plurinacional en cuanto a los criterios y acuerdos alcanzados para garantizar las elecciones presidenciales 2025. Algo están tramando, algo están cocinando. El OEP debe llevar a buen término el proceso electoral, debe remontar este período difícil de desconfianza de parte de toda la población, pero ellos nada hacen para que volvamos a confiar en la institucionalidad que administra los procesos electorales en Bolivia. No se esfuerzan lo suficiente para limpiar su imagen manchada con la experiencia vivida en el 2019. Una cosa es que el señor Óscar Hassenteufel reconozca de palabra las falencias de la institución electoral y otra cosa es la acción institucional nefasta en la realidad conc.
Señores del OEP, si este órgano de poder disimula y encubre la intromisión del poder político en sus decisiones, está cometiendo un error. Este órgano del Estado, en vez de impulsar la energía democrática de los bolivianos, desmoraliza con sus acciones y decisiones la vida y la poca conciencia democrática que queda en nuestra memoria colectiva. Basta de arbitrariedad política y chantaje político de parte del vocal Tahuichi Tahuichi y de los demás vocales del TSJ. Todos ellos suman un mar de cuestionamientos sobre sus actuaciones antidemocráticas y políticas. Los bolivianos no podemos esperar otra actitud de esos vocales que defienden la injusticia y la presión política. Ellos defienden una democracia pactada que no ha podido cambiar las profundas diferencias económicas, que lejos de atenuarse se acentúan y se agudizan cada vez más.
Ahora se habla mucho de la situación del Órgano Electoral
El fantasma del fraude amenaza los pasillos de la institución electoral. Ya tienen en la espalda malos antecedentes en diferentes procesos electorales, como las judiciales y el megafraude electoral del 2019. Este 2025 traerá una dura prueba que reclamará de todos los miembros del OEP mucho valor, mayor decisión y energía. No sé si se encuentran preparados para semejante tarea: demostrar independencia institucional en todo momento. El destino de esa institución se encuentra en sus propias manos. Eso sí, el pueblo no aceptará más equivocaciones y malas intenciones. Es tarea del OEP llevar una conciencia democrática sobre la situación que atraviesa el país y su misión histórica. Todo lo que no promete resultados tangibles es un simple gesto. Si no se resuelve de una vez por todos el problema del padrón electoral y todas las inconsistencias señaladas por diferentes organismos internacionales sobre el proceso electoral en Bolivia, la falsa oposición realmente está “pateando oxígeno” y haciendo el ridículo.
El régimen del MAS controla el OEP. Hace creer y pensar que esta institución es transparente y limpia, cuando en realidad es todo lo contrario. Órgano Electoral Plurinacional, basta de tratar al pueblo boliviano como a niños, a los que pueden alimentarse solo con papilla política, propaganda, denuncias y manipulación política. Todo el pueblo boliviano conoce sus malas mañas, filtros y demás fraudes electrónicos. El pueblo boliviano quiere conocer a detalle todos los aspectos de la administración electoral y tomar parte activa en todos y cada uno de los procedimientos electorales. Ustedes nos dicen que tienen buenas intenciones de llevar adelante y administrar las próximas elecciones, pero yo les diré: “De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”. Señor Hassenteufel, las buenas intenciones no bastan para salvar al pueblo boliviano del fraude y la dictadura.
Yo le anticipo un infierno electoral. Si estoy pronosticando un año de incertidumbre y inestabilidad electoral, la democracia en Bolivia está a punto de ser destruida. Es muy frágil y las urnas electorales están agrietándose. Lo que se viene es el infierno electoral al que nos ha llevado el régimen del MAS y los partidos políticos, cómplices de este sistema fraudulento. Reflexionen, estimados lectores, con seriedad sobre el origen de nuestras discrepancias sobre el sistema electoral y el sistema de partidos políticos. Siempre acabamos sin comprendernos. ¿Acaso hablamos lenguas diferentes? ¿Acaso vivimos en territorios diferentes?
El mensaje que les doy es muy claro: no hay certidumbre en cuanto a los resultados finales que pueda emitir el OEP en estas futuras elecciones. Este brazo ejecutor del régimen no garantiza los principios de certeza, legalidad, transparencia y confianza en cuanto a su trabajo. No hemos visto la democracia, sino la hipocresía y la complicidad de unos cuantos. La democracia es pueblo, no es el poder político de unos cuantos, que no quieren soltar el poder, y si lo hacen, pactarán con el más nefasto.
