Mundo, 29 nov 2024 (ATB Digital).- Es una escena que hemos visto en películas, escuchado en historias o incluso vivido en carne propia: alguien, por curiosidad o por un reto, acerca la lengua o un dedo húmedo a un cubo de hielo, un poste metálico congelado o incluso a un helado muy frío. En cuestión de segundos, la lengua queda atrapada como si hubiera pegamento. ¿Sabías que el secreto detrás de esto está en las moléculas que componen el agua de tu saliva? ¿O que la rapidez con la que se produce el cambio de estado del agua es la clave para que la lengua quede pegada al hielo?
Se trata de un fenómeno que, aunque puede parecer anecdótico, es un ejemplo perfecto de cómo las leyes de la naturaleza interactúan con nuestro cuerpo. Más allá de la sorpresa inicial o el susto que provoca, se trata de un proceso físico y químico que ocurre a una velocidad impresionante y que demuestra cómo el calor, el frío y las propiedades del agua pueden transformar algo cotidiano en una situación bastante complicada.
¿HAS TOCADO ALGO FRÍO?
Pero para entender por qué la lengua –o cualquier cosa con una cierta humedad– se pega al hielo, primero necesitamos contextualizar cómo está formada nuestra lengua y qué hace al hielo tan especial. Lo primero, es muy sencillo: la lengua está cubierta de humedad, principalmente agua y, como es natural, esta agua juega un papel clave en lo que sucede.
El hielo, como sabemos, es agua en estado sólido. Pero para que el agua esté sólida, necesita estar a una temperatura muy baja, por debajo de 0 °C. Cuando algo extremadamente frío como el hielo entra en contacto con la lengua, sucede algo llamado transferencia de calor, un fenómeno propio de la termodinámica. Este término significa que el calor de tu lengua (que está a unos 36-37 °C) se mueve rápidamente hacia el hielo, que está mucho más frío.
¿Por qué pasa esto? Según las leyes de la física, el calor siempre fluye de los objetos más cálidos a los más fríos hasta que ambos alcanzan la misma temperatura. Esto sucede muy rápido, especialmente porque el hielo es un buen conductor térmico. Y, justamente, esa rapidez con la que tu lengua pierde calor es clave para que ocurra el “pegamento“.
A NIVEL MICROSCÓPICO
Aquí es donde la ciencia se vuelve aún más interesante. La humedad de tu lengua está formada por pequeñas partículas llamadas moléculas de agua, que se mueven libremente en estado líquido. Estas moléculas están en constante movimiento, chocándose unas con otras y con las superficies que tocan.
Pero cuando tu lengua toca el hielo, la transferencia de calor mencionada hace que las moléculas de agua en la superficie de tu lengua se enfríen rápidamente. Al perder calor, estas moléculas ralentizan su movimiento hasta quedar prácticamente inmóviles. Cuando esto sucede, el agua líquida de tu lengua se congela, formando una capa de hielo que une tu lengua a la superficie helada, convirtiéndola en una cubierta única.
Este “pegamento” es, literalmente, una capa de hielo que actúa como un puente entre tu lengua y el hielo. A nivel atómico, las moléculas de agua se alinean y forman enlaces sólidos con las partículas del hielo. Este proceso es similar al que ocurre cuando el agua se convierte en cubitos en el congelador, pero mucho más rápido porque la transferencia de calor entre tu lengua y el hielo es casi instantánea.
¿CÓMO SALIR AIROSO?
¿Cómo poner solución si te ocurre esto? La solución más sencilla –y la que te sugerimos encarecidamente– es evitar poner la lengua en contacto con el hielo. Ahora bien ¿qué hacer si ya estás en esta situación? Lo importante es no entrar en pánico ni intentar arrancar tu lengua del hielo con fuerza, ya que podrías dañarla.
Para liberarte sin lesiones, lo mejor es devolverle calor a la zona. Puedes hacerlo vertiendo agua tibia sobre el área afectada o respirando suavemente sobre el hielo para calentarlo con tu aliento. Esto hará que la capa de hielo que une tu lengua al hielo se derrita, permitiéndote soltarla sin problema.
FUENTE: MEDIOS INTERNACIONALES