"La libertad (el derecho) de uno termina donde comienza la libertad (el derecho) del otro": Locke, Smith, Montesquieu y Hayek.
Diferentes políticos y analistas, desde
sus propias perspectivas, explican el origen de nuestro comportamiento social y
cultural. Carlos Marx nos decía: "No es la conciencia del hombre la que
determina su ser, sino, por el contrario, el ser social (su práctica social) es
lo que determina su conciencia". Es decir, yo soy mis circunstancias.
Toda práctica social y política tiene una
base cultural y de vida. Este comportamiento se nutre de la historia y la
ideología de cada pueblo. En el marco de la democracia, un buen ciudadano
trabaja para vivir en paz y progresar, y solo puede hacerlo en un Estado
democrático que promueva la libertad, la paz y la armonía social. La
responsabilidad ciudadana, que es la esencia de la democracia, implica que todo
ciudadano se relacione con la comunidad en lo social, económico y político,
comprometiéndose con ella, cumpliendo sus obligaciones y respetando los
derechos ajenos.
Principios
y valores ciudadanos
Nos dice Ortega y Gasset: "Yo soy yo
y mis circunstancias". Nuestros valores sociales y económicos son fruto de
nuestras circunstancias y de los procesos sociopolíticos. Las acciones de las
personas y sus efectos, tanto útiles como negativos, configuran un conjunto de
normas y valores de comportamiento social. A través de su desarrollo y
transmisión en el entorno familiar y comunitario, se va conformando un sistema
de creencias y valores que orienta y regula la vida de la sociedad.
En el populismo cocalero, los ciudadanos
viven con temor a la autoridad y están sujetos a permanentes presiones,
sobornos y coimas. Por ello, usan toda clase de atajos para sortear la
prepotencia de los caciques y la casta burocrática, todo con el fin de
sobrellevar la ausencia de un Estado de derecho.
Para sobrevivir bajo el modelo populista
cocalero, la mayoría de las personas practica una economía primaria y
extractivista, de bajo nivel tecnológico, en un ambiente de corrupción y
cultura autoritaria. En este gobierno masista, con la ausencia de
institucionalidad, seguridad jurídica y un ambiente de anomia, muchas personas
se ven obligadas a dedicarse a actividades informales para conseguir ingresos,
generalmente a través del cultivo de coca, el contrabando y trabajos precarios.
Pérdida
de principios y valores éticos y democráticos
Ante la falta de oportunidades de vida y
trabajo dignos en el Estado Plurinacional, lamentablemente estamos perdiendo el
rumbo correcto de la sociedad. Cada día vemos la decadencia de los principios y
valores éticos y democráticos, y la implantación de los valores populistas y
masistas que la población adopta para sobrevivir.
Los líderes masistas ofrecen lo que
tienen: Lucho ofrece acceso a los privilegios del Estado y las subvenciones, y
Evo, acceso a la coca y sus beneficios. Ahora que el Estado está quebrado y se
acaba el dinero y las "pegas", nuevamente repunta Evo y la coca.
Como consecuencia, el modelo populista
cocalero se ha arraigado. La corrupción se ha vuelto una práctica extendida en
el manejo del Estado, y las personas ven en la corrupción la única salida para
sobrevivir, considerando que ya no existe espacio para la gente decente, la
ética personal o el respeto a las leyes y normas de convivencia democrática.
Esta es la forma de vivir y actuar de gran parte de la población boliviana, y
es algo que debemos cambiar.
Cultura
del populismo cocalero
El Estado cocalero chapareño que manda en
Bolivia es autónomo e independiente del Estado Plurinacional, antes República
de Bolivia. El escudo de la Federación de Cocaleros del Chapare grafica
claramente sus objetivos: Un manto blanco, sobre éste una gran hoja de coca, y
entrecruzados un machete y un hacha. Esto define claramente su meta: hacer
dinero con la toma de tierras, la tala de bosques, la siembra de coca y la
producción de polvo blanco.
Leí en el diario El Día que un experto internacional en materia de corrupción que
visitaba Bolivia llegó a la conclusión de que: "En este país es imposible
reducir la corrupción a cero, y recomendó no hacerlo de manera radical, pues el
país caería en un caos".
Este experto opinaba que los sobornos,
las coimas y los atajos que el boliviano toma en su vida cotidiana son los
modos que ha encontrado para sobrevivir, sortear la burocracia, sobrellevar la
debilidad del Estado y sobrevivir ante la ausencia de institucionalidad y
oportunidades de trabajo dignas.
Para nosotros, los demócratas liberales,
la solución debe ser integral: cambiar de raíz el modelo populista cocalero, su
cultura, y erradicar a todos sus dirigentes. Si no cambiamos a la gente con
este comportamiento populista, estamos perdidos.
Ante esta crítica situación, lo más
lamentable y peligroso es que los ciudadanos hemos perdido la voluntad de
defender nuestras vidas, nuestros derechos y los de nuestras familias. Con esta
actitud blandengue y derrotista, nos condenamos a continuar soportándolos por
siempre.
ovidioroca.wordpress.com