Es inquietante para el país que conforme pasan los días, nuestra economía se debilite más porque la cantidad de ingresos económicos baja sustancialmente. Las diversas posibilidades de producción se reducen en varios rubros, como hidrocarburífero, agrario, minero y ni qué decir en el campo artesanal. La industria nacional se ha debilitado mucho en los últimos meses y disminuyeron las demandas, en mercados internos y externos, de lo que todavía producimos.
Esa difícil situación da lugar al surgimiento de variadas demandas de sectores sociales que consideran que no son atendidos oportunamente por parte de las autoridades nacionales o regionales. Como es obvio, esos conflictos cada vez más frecuentes alteran la paz social que la mayoría de los bolivianos requiere para desarrollar sus actividades con cierta normalidad.
Por ello, en cualquier momento dichos sectores sociales descontentos por falta de obras o malas gestiones de sus autoridades, pueden asumir medidas de presión, como llegar a la sede de gobierno y organizar marchas de protesta, ocupando las vías centrales y hasta haciendo uso de cohetillos o dinamitas. Esas marchas ocasionan tremendos embotellamientos de vehículos e impiden, en un caso, que trabajadores puedan arribar a sus centros laborales. Además, se obstaculiza el funcionamiento de recintos comerciales y puestos de venta callejeros, debido a la bulliciosa y no siempre pacífica protesta de los ocasionales manifestantes.
En otros casos, organizaciones de campesinos y otras sindicales suelen decidir el bloqueo de caminos a fin de presionar para que el gobierno de turno dé respuesta favorable a sus peticiones, sin tomar conciencia de que esa medida perjudica principalmente a sectores laborales que necesitan trasladar sus productos a centros de consumo o para exportarlos. Como consecuencia, se observa el drama de gente retenida en caminos y carreteras, junto a filas de motorizados, generalmente a la intemperie y viendo con impotencia el deterioro de lo que llevaban para vender.
Lo peor es que tales conflictos no son previstos y solo cuando se agravan, el gobierno de turno parece dispuesto a hallar soluciones, sin embargo, generalmente son provisionales y no producto de adecuadas políticas que garanticen una convivencia pacífica, indispensable para contribuir a la recuperación económica del país.
En cuanto al origen de todo lo mencionado, como lo han señalado expertos en la materia, se debe a que los gobernantes del partido oficialista no supieron aprovechar la enorme cantidad de dinero que ingresó particularmente por la venta de gas al Brasil y la Argentina. Es decir que, en vez de hacer inversiones para el descubrimiento de nuevos yacimientos de gas, procedieron a repartir a manos llenas dichos recursos, muchas veces para favorecer solo a sectores afines al masismo. Ahora, cuando la producción de gas “ha tocado fondo” no se vislumbra otra fuente similar de ingresos económicos y que sea inmediata, por lo que se presiente la aparición de más conflictos sociales.
Economía que se debilita por menos ingresos económicos
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