Parte II
La publicación de “Amigo del Pueblo”, Lima, N° 16 de abril 28 de 1840, refiere sobre Olañeta: ¿Es blanco o negro? ¿a qué clase, género o especie pertenece? hombre culto o ganapán? ¿liberal o absolutista? Hay individuos cuya existencia hace sonrojar al género humano…. porque tendríamos a vergüenza entablar un discurso y entrar en discusión sobre materias delicadas y de grande importancia para el país, con un hombre sin principios, cuya conducta ha denotado siempre una falta absoluta de buen sentido en su alma, y nunca ha revelado en su corazón ni la sombra de la más ordinaria rectitud.
La conducta tránsfuga de Olañeta se acredita en el hecho de desertar de las fuerzas realistas y adherirse a la causa de la independencia, integrando inmediatamente la comisión para recibir en Puno al Gran Mariscal de Ayacucho. Por lo visto, la actitud y el talento de don Casimiro impresionaron vivamente al Gran Mariscal, quien, en carta dirigida a Bolívar, le dijo: “Este don Olañeta que es tan patriota y que parece tiene talento, lo nombraré Auditor General del Ejército que es el más grande rango que hay que darle aquí, él ha sido Oidor de la Audiencia de Charcas. En fin, lo trataré con toda distinción, pues además que lo merece, me dicen que tiene un gran influjo en toda la provincia”.
En seguida, Olañeta cuando asumió la primera Magistratura del Poder Judicial, incitó a los descontentos con el gobierno del Gran Mariscal Sucre, promover un motín en el cuartel de San Francisco, donde Sucre recibió en el brazo derecho un balazo disparado por el argentino Cainzo.
Posteriormente, en la Asamblea General Constituyente de 1831, Casimiro Olañeta propuso conferir al presidente Andrés de Santa Cruz, el grado de “Gran Mariscal» y otorgarle la designación “El Hombre de su Deber”; a cambio la Asamblea resolvió nombrar al Primer Mandatario de la Nación “Gran Ciudadano, Restaurador de la Patria». En 1832 Santa Cruz confió a Olañeta el cargo de Ministro del Interior y de Relaciones Exteriores. Empero, poco tiempo después, a raíz de divergencias entre ambos, sobre la forma de encarar los vínculos con el Perú (el Mariscal propiciaba la Confederación y el Canciller alentaba la Independencia), el Gran Mariscal, designó Ministro Plenipotenciario en Francia. El Dr. Casimiro desempeñó esas funciones hasta 1836, en que se instituyó la Confederación Perú – Boliviana, siendo trasladado luego a Santiago de Chile como Ministro Plenipotenciario de los Estados del Perú.
Olañeta, ante el fracaso de la Confederación Perú-Boliviana, en la batalla de Yungay de 1839, se aproximó al futuro sucesor General José Miguel Velasco, el que asumió el mando de la República el 22 de febrero de 1839, por haberse distinguido en la lucha contra la «ominosa dominación del General Santa Cruz”.
Entre los intelectuales bolivianos que pusieron al descubierto la falacia de Olañeta, se distinguió Gabriel René Moreno, para quien aquél ha sido el exponente del “hombre de las dos caras” … Es curioso advertir que Dr. Casimiro puso a un hijo suyo el nombre de Jano, el dios de la mitología romana representado con dos caras. Esta conducta política dio origen a la expresión despectiva del “Olañetismo”, con la que se califica el transfugio o inconsecuencia política, al engaño, a la bellaquería y a la versatilidad.
En la actualidad se observa la práctica de estas técnicas medievales del engaño, la malicia y la mentira, para mantenerse firmes en el poder, pero recuerden que la sociedad en forma perenne los objetará por ser contrarios a los nuevos principios y valores consagrados en la nueva Constitución Política del Estado, que en su artículo 3 establece que: La nación boliviana está conformada por la totalidad de las bolivianas y bolivianos, las naciones y pueblos indígenas originario campesinos y las comunidades interculturales y afrobolivianas que en conjunto constituyen el pueblo boliviano. Y el Art. 8, II señala que el Estado se sustenta en los valores de unidad, igualdad, inclusión, dignidad, libertad, solidaridad, reciprocidad, respeto, complementariedad, armonía, transparencia, equilibrio, igualdad de oportunidades, equidad social y de género en la participación, bienestar común, responsabilidad, justicia social, distribución y redistribución de los productos y bienes sociales, para vivir bien.
El autor es Abogado.