“El Ejército se retiró de su agresión inhumana contra Yenín con cero logros”, afirmó el portavoz de Hamás en Gaza, Hazam Qasam; mientras que el subsecretario general de la Yihad Islámica Palestina (YIP), Mohamed al Hindi, acusó a Israel de “exagerar sus declaraciones sobre la confiscación de armas".
Jerusalén / EFE
El Ejército israelí completó este miércoles la retirada de
sus tropas del campo de refugiados de Yenín, que quedó completamente devastado,
y dio por finalizada la operación militar a gran escala inédita en dos décadas
en Cisjordania ocupada, que se ha saldado con 12 palestinos y un soldado
israelí muertos.
“Las fuerzas que operaron en el campo de Yenín han
salido y el Ejército ha regresado a su actividad de rutina en Judea y Samaria
(Cisjordania)”, confirmó un oficial militar sobre el fin de la operación “Casa
y Jardín”, que duró 48 horas como un “amplio esfuerzo contra el terrorismo”.
La incursión en el campo de Yenín, histórico
bastión del movimiento miliciano palestino, implicó efectivos terrestres y
aviación por primera vez en casi dos décadas, lo que la convierte en la de
mayor envergadura en Cisjordania ocupada desde la Segunda Intifada (2000-2005),
centrada esta vez en desarticular a la Brigada de Yenín, que aglutina a las
milicias de todas las facciones unidas desde el año pasado, incluidas Hamás y
la Yihad Islámica.
En dos días, Israel ha detenido a más de 120
sospechosos, incautado numerosas armas y desmantelado decenas de centros de
mando, almacenes de armas y fábricas de explosivos en el campo, que considera “el
mayor foco de terrorismo en la zona”, donde se han planificado más de 50
ataques contra objetivos israelíes en el último año.
Víctimas
La operación se salda con la muerte de 12
palestinos de entre 17 y 23 años, casi todos milicianos pero también cuatro
menores, y 120 heridos, según el Ministerio de Sanidad palestino; además de una
baja en las filas israelíes, el sargento primero David Yehuda Yitzhak por un
disparo durante la retirada que pudo ser “fuego amigo”.
“El Ejército se retiró de su agresión inhumana
contra Yenín con cero logros”, afirmó el portavoz de Hamás en Gaza, Hazam
Qasam; mientras que el subsecretario general de la Yihad Islámica Palestina
(YIP), Mohamed al Hindi, acusó a Israel de “exagerar sus declaraciones sobre la
confiscación de armas y el desmantelamiento de fábricas de explosivos”.
Mientras las tropas salían esta madrugada de
Yenín, las milicias palestinas de Gaza lanzaron cinco cohetes hacia Israel,
todos ellos interceptados, a lo que la aviación israelí respondió bombardeando
instalaciones militares de Hamás, que gobierna la Franja, donde no parece que
la situación vaya a escalar más.
También se produjo este miércoles un tiroteo
provocado por palestinos armados contra un puesto militar israelí al norte de
Cisjordania, cerca de Nablus, sin víctimas, y el Ejército está buscando a los
sospechosos.
El ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant,
felicitó a las fuerzas de seguridad que “operaron con extraordinaria precisión,
profesionalidad y coraje”. “Mandaron un claro mensaje: los terroristas no
tienen donde esconderse”, añadió.
“La operación ha sido un éxito”, consideró el ex
subdirector del Consejo de Seguridad Nacional, el coronel retirado Itamar Yaar,
no sólo en cuanto a la “cantidad de infraestructura militar encontrada y
desmantelada”, sino también como “elemento de disuasión”.
Tras la retirada, no ha habido reacción de una
debilitada y desprestigiada Autoridad Palestina -que gobierna en Yenín-, aunque
Yaar indicó que la campaña militar israelí es “una oportunidad” para que esta
entidad, liderada por el presidente palestino Mahmud Abás, recupere el control
perdido en esa zona dominada por “grupos extremistas”.
“Aunque no lo reconozcan públicamente e incluso
condenen la operación, a la Autoridad Palestina le conviene lo ocurrido para
que sus fuerzas de seguridad ganen terreno sobre otros grupos como Hamás”,
explicó.
Alrededor de 3.000 residentes del campo de Yenín
que huyeron de los combates regresaron al lugar, que ha quedado de nuevo
completamente devastado, con muchas casas destruidas, calles con el asfalto
levantado, cristales por el suelo y restos de sangre y metralla; y todavía sin
agua ni luz en algunas zonas.
El campamento alberga en medio kilómetro cuadrado
a unos 20.000 palestinos -más de la mitad son menores de edad-, refugiados
procedentes de territorios tomados por Israel en 1948, y fue el escenario del
episodio más sangriento de la Segunda Intifada, cuando una incursión israelí en
abril de 2002 acabó con la vida de 52 palestinos y 23 soldados israelíes en
diez días de combates.
Cisjordania ocupada vive su mayor pico de
violencia desde la Segunda Intifada y este 2023 ya han muerto 156 palestinos en
el marco del conflicto palestino-israelí, la mayoría milicianos en
enfrentamientos armados con tropas israelíes y atacantes, pero también civiles,
incluidos 27 menores.
En paralelo, el área ha visto la proliferación de
nuevos grupos armados palestinos, que realizan cada vez más ataques y han
dejado 26 muertos del lado israelí, la mayoría colonos, cinco de ellos menores,
y un soldado.
BD / RPU