martes, abril 1, 2025
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Para escribir, en el lugar de los hechos debemos vivir

“Villa San Lorenzo de Ayata” fue creada un 10 de agosto de 1652 en memoria del diácono San Lorenzo. Esta gran población fue fundada por sacerdotes católicos, prebendados y potentados de América del Sur; además de los vecinos Santos Solano Benavente, Braulio Macheaga Villa de Alba y muchas familias de origen español, ubicándose en lugares apropiados para la agricultura, con bastante agua y clima variado para la producción de verduras, frutas, en los tres pisos ecológicos, vale decir, altiplano valle y amazonia.
La población de Ayata, fue declarada por el Consejo Departamental de Culturas de La Paz y sus provincias como: “Patrimonio Histórico y cultural de la Gesta Libertaria de América”. Población próxima a las ruinas del Iscanhuaya, capital del Kollasuyo, lugar donde habitan los sabios de la medicina natural (Kallaguayas), fue de vital importancia durante el imperio Inca, como en la actualidad.
El pueblo fundado, lamentablemente desapareció el año de la siembra del trigo 1847 (enero), de acuerdo con un testimonio escrito y firmado por el señor Florencio Encinas D. Heza en el año 1926, cuyo documento principal y original se encontraba en un libro editado en Madrid, de cuentos para niños, además del libro de óbitos, Biblia escrita en quechua y castellano, además de un devocionario dentro de una cacha, cubierto por escombros de la quinta Florida.
Por los antecedentes ruego a todos los letrados sacerdotes, misioneros, educadores, historiadores, sociólogos, psicólogos, periodistas, filósofos, que hagan un comentario crítico, sano, sobre el documento encontrado en ruinas de la quinta Florida, época en la que los quechuas aymaras y castellanos fueron fieles intérpretes de esa gran filosofía de: No Robar, No Mentir, y no ser Flojo, traducido al idioma quechua como Amasua, Amallulla y Amaquella.
Además, en la época republicana la población de Ayata fue lugar de confinamiento político de los republicanos, donde se hablaba el castellano junto a los idiomas originarios. También debo pedir su participación a todas las familias y descendientes de la familia Encinas, Benavente, Aliaga, Ibáñez, Monroy, Bustillos y muchas otras que conocen esta regia y hermosa población.

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