Gestos de dolor de Rafa Nadal. Cojera apreciable. Ni un apoyo decente posible en la recta final del encuentro. Aguantó en competición pese a que
el dolor en el lesionado pie izquierdo debía ser un martirio.
Dio un festival de tenis en el primer set, empezó a padecer seriamente en el segundo y no pudo prácticamente jugar en el tercero, cediendo un parcial de 0-4 que cavó su irremediable eliminación. Resistió porque no le gusta retirarse de un partido y sabiendo que la dolencia no tiene solución.
El canadiense Denis Shapovalov derrotó al defensor del último de diez títulos en el Masters 1000 ATP de Roma por 1-6, 7-5 y 6-2 en 2h.37’ de encuentro de octavos de final.
De la esperanza al martirio en apenas un par de horas. Nadal recuperó la electricidad de piernas y el tiro de derecha, su arma más poderosa, durante 42 minutos de ensueño.
En tendencia positiva tuvo tres bolas de rotura para adelantarse en el segundo set con ‘break’, mantener el dominio. Se le escaparon y comenzaron las dudas. Ya no tiró tanto. El mes y medio de baja por la lesión de costilla y sólo tres encuentros en Madrid más otro en Roma no ayudaban ante un revés inesperado.
Aún tuvo fuerza para remontar un 1-4 y salvar un punto de set con 4-5. A trompicones acabó cediendo el parcial, en el que ya se mostraba renqueante.
No pisaba bien, reiteraba las muecas de fastidio. Ese escafoides partido por la mitad, esa inflamación y dolor que casi le retiraron a finales de 2005
y hace unos meses, antes de encarar esta temporada, vuelve a rebelarse contra la ilusión y el esfuerzo del balear, cerca de los 36 años.
Nada nuevo. La semana pasada, en la Caja Mágica, cojeó tras levantar cuatro bolas de ‘match’ a David Goffin, enfrascarse en una batalla larga.
Si el físico resiste, tiene una decena de días por delante para intentar un nuevo milagro en Roland Garros. Son sólo cinco encuentros en arcilla, más penurias que recompensas, pero ya en Australia hizo lo imposible ganando su 21º Grand Slam, que acompañó con el ATP 250 de Melbourne y el ATP
500 de Acapulco. Luego, la decepción de la fisura de estrés de costilla. Y es como que el pie no acepta las largas marchas de la competición, ya que sus quejas se avivaron durante la inactividad del confinamiento por la pandemia de coronavirus.
La salud vuelve a ser la prioridad de Rafa Nadal. No pudo defenderse ante el también zurdo Shapovalov, que aprovechó la oportunidad para ganar por vez primera en tierra al manacorí, quien le había remontado dos bolas de partido en la edición anterior y que en Australia también le cazó pese a sufrir un golpe de calor del que se recuperó tras divagar durante dos mangas.