Apabullados con tanta información que nos bombardean las redes sociales, los grupos de WhatsApp, los medios tradicionales de comunicación, los chismes de los vecinos y de los fraternos.
Incrédulos unos y contentos otros ante los datos que arrojan las encuestas electorales, que muestran las tendencias del electorado. A la vez esta proliferación de encuestas ha generado en los grupos sociales animadversión y molestias hacia los medios de comunicación que las difunden. “Son pagadas, manipuladas, engañosas, a mi no me encuestaron…” y tantas otras aseveraciones se escucha o se lee en el Facebook, Twitter y otras. O los candidatos que cuando no están primero dicen que esas encuestas no sirven y que la verdadera encuesta está en sus mítines o marchas; pero cuando están liderando la contienda, ahí sí le dan valor a esos sondeos electorales y se muestran ganadores.
¿Quién está en el centro de la tormenta? La red televisiva, el periódico y la empresa encuestadora, que buscan hacer bien su trabajo. Pero son cuestionados fuertemente, al calor del proceso electoral, que viene siendo administrado por el Tribunal Supremo Electoral y los tribunales departamentales.
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Hambrientos de noticias sobre lo último de la pandemia del Covid-19: llegaron o no las vacunas, cuántos muertos hubo, quién se murió contagiado, cuantos enfermos, el costo de las vacunas, quiénes se vacunarán primero, etc. Hace más de un año que el Covid se ha constituido en un protagonista infaltable y necesario de la labor de la prensa y de los contenidos en las redes sociales.
Confusos, desorientados, miedosos, enfermos está el ciudadano que busca encontrar paz y estabilidad emocional en medio de esta realidad hiperconectada, supercomunicada y a la vez, que se cobija en su soledad y en sus miedos. Muchos encontraron en las cadenas de rezos cierta tranquilidad para sus fantasmas.
La pandemia del Covid-19 y el actual proceso electoral mantiene en una tensión permanente al ciudadano, además del inicio de las clases escolares, cuyos estudiantes vienen lidiando con el internet, los megas, la paciencia y el aprendizaje.
Sin mencionar los otros sucesos que son parte del desarrollo de un Estado democrático y de la sociedad que se mira hacia adentro y se proyecta hacia afuera. Entre las elecciones y el Covid-19 se ha instalado un clima de confusión y miedo, de los cuales se torna urgente salir de ambas distorsiones de la convivencia social.
Tantos elementos se han mezclado al inicio del 2021, que, sin duda, el periodismo no tiene de qué quejarse, porque tiene noticias en abundancia, y cuyos jefes de Redacción y periodistas, tienen que usar toda la capacidad e imaginación para la selección adecuada y difusión de la mayor cantidad de hechos y de informaciones.
Precisamente, ante esta poderosa y dinámica realidad social, económica y con alto voltaje político es que se alza con fuerza la enorme y vital responsabilidad que debe ejercer el periodismo y los medios que hacen este noble oficio. Cada día es una batalla por la calidad, la verdad, por la credibilidad, que no podemos renunciar, parafraseando al periodista Joseph Pulitzer.
Así es, cada día es una hermosa, intensa y conflictiva jornada para fortalecer la enorme responsabilidad que tienen hoy los periodistas, de ser generadores de confianza, de luces y orientación para que la gente salga del error, la confusión y del miedo.
¡Qué enorme y noble responsabilidad tiene el periodismo en estos tiempos pandémicos y electorales!
Hernán Cabrera M. es periodista y Lic. en Filosofía