El poder de la vestimenta en tiempos de cambio

El poder de la vestimenta en tiempos de cambio

ENCAJAR. Los especialistas en moda remarcan que es posible adaptar prendas y vestirse bien sin perder la esencia de cada uno. ENCAJAR. Los especialistas en moda remarcan que es posible adaptar prendas y vestirse bien sin perder la esencia de cada uno.

Históricamente, las normas de vestimenta han sido claras y rigurosas: el traje en colores neutros, la camisa blanca y los zapatos formales han sido el estándar en contextos oficiales y ceremoniales, tanto para hombres como para mujeres. ¿Qué tanto ha cambiado con la transformación de la moda en los últimos años? Sofía Lana, profesora de protocolo y ceremonial, analiza cómo estos cambios responden a múltiples factores.

“Las altas temperaturas, especialmente en el norte argentino, nos han llevado a modificar largos de prendas, como reemplazar pantalones por shorts sastreros, y a elegir telas más livianas y frescas. A esto se suma la creciente conciencia sobre la moda sostenible, que impulsa una demanda de ropa más adaptable y responsable con el medioambiente”, expresa.

Pero aunque las normas protocolares se flexibilicen, la moda es cíclica y ciertas prendas siguen manteniendo su vigencia. Un claro ejemplo es el traje sastre. “Es un clásico que se adapta a diferentes estilos y cuerpos, con versiones ajustadas, holgadas, chalecos entallados u oversize. Además, su versatilidad permite combinarlo con calzado deportivo sin perder elegancia”, indica.

Metalenguaje

La profesora afirma que más allá de las tendencias, la vestimenta aún es un potente metalenguaje en diferentes ámbitos. “Hoy muchas personas defienden la idea de que ‘nadie puede decirnos cómo vestir', pero la realidad es que en ciertos espacios es clave respetar ciertas normas. La vestimenta transmite profesionalismo, consideración y respeto por el contexto”, enfatiza.

Lana destaca la importancia de la “ubicuidad”, es decir, la capacidad de adaptarse a las normas y expectativas de cada situación sin perder la esencia personal.

Por otro lado, la presión de la moda y los estándares sociales también pueden generar incomodidad. “Muchas veces sentimos que debemos vestir de determinada manera para encajar, incluso si eso significa sacrificar nuestra comodidad y estilo personal”, reflexiona y agrega que la vestimenta no debería ser una fuente de estrés, sino una forma de expresión y autenticidad.

En este contexto, el auge de la comodidad en la moda y la labor de los coach de imagen han cobrado relevancia, promoviendo un equilibrio entre el respeto por las normas y la individualidad.

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