En el Centro Cultural Recoleta se presenta la muestra Lluvia ácida, que celebra los 45 años de la institución. Según explica el curador, Marcos Krämer, “la exhibición rastrea obras de creadores y creadoras visuales que han pasado por la larga historia del CCR y que se han desplegado en un campo común de interacciones tanto formales como éticas, con el trasfondo del humor y al cultura popular como plataformas”. La exhibición se dedica al cruce de lenguajes.

Uno de los puntos salientes que rescata esta celebración es la muestra La Conquista, exhibida entre fines de 1991 y comienzos de 1992, organizada por Liliana Maresca, Elba Bairon y Marcia Schvartz -con la participación de quien firma estas líneas como autor de los textos del catálogo original-, que reunió a cuarenta artistas de distintas procedencias y generaciones, para proponer una mirada crítica sobre el quinto centenario de la conquista de América, que hasta entonces venía adosado con el concepto falaz de ‘descubrimiento’. Una de las mesas donde se exhiben documentos incluye las notas de quien firma estas líneas, publicadas en este diario en 1991.

Entre los participantes de La Conquista que hoy integra esta nueva exposición, está Martín Kovensky, que con mirada renovadamente crítica, revisita su trabajo con varias vueltas de tuerca, comenzando por el título: La conquista II. El imperio contraataca. Página 12 entrevistó al artista.

-Veo algo familiar en esta secuencia.

-Porque el antecedente directo de esta obra es la que presenté en la exposición La Conquista, en la que vos participaste como crítico y escribiste el catálogo. Cuando estaban preparando la muestra -durante 1990 y 1991- me propusieron participar y dije que sí inmediatamente.

-¿Cómo fue el proceso de la obra que presentaste en aquella exposición histórica?

-En aquel momento yo estaba viviendo y probando suerte en San Pablo; no tenía ni taller: estaba tratando de sobrevivir con trabajos de gráfica y diseño -con mi hija mayor recién nacida-. Trabajaba en una empresa gráfica y tenían una impresora muy buena y veloz. Me encantaba el programa Pagemaker que se usaba entonces, entre otras cosas porque tenía una función que numeraba automáticamente las impresiones. Ahí se me ocurrió la idea de hacer quinientas páginas, numeradas con una tipografía especial, al modo de un soporte, para hacer quinientos dibujos en relación con los quinientos años que se cumplían de la conquista. Puse en la impresora una resma entera: empezaron a salir rápidamente las copias numeradas y me las llevé de contrabando a mi casa para ponerme a dibujar cada año, desde 1492 hasta 1992. Así pude participar con una obra transportable. Después saqué copias e hice dos juegos. Uno lo pegamos en la muestra: ocupó ciento veinte metros. Y con el otro juego me puse en una mesita, al estilo empleado público y la gente se acercaba, me decía cuál año y dibujo le había gustado; entonces yo lo firmaba y se lo regalaba.

-¿Cómo decidiste revisitar aquel trabajo en esta exposición?

-Cuando el curador Marcos Krämer me propuso formar parte de esta muestra que celebra los 45 años del Centro Cultural Recoleta, le contrapropuse, en lugar de celebrar el lugar, hacer una muestra relacionada con aquella participación en La Conquista, pero que empezara al año siguiente, 1993, y llegara hasta 2025. Así que hice 33 impresiones, una por cada año, a partir de dibujos en tinta sobre papel. Y al conjunto lo titulé La Conquista II: el imperio contraataca. Usé una plantilla como la de la exposición original; decidí hacerlo en color, como quien toma en cuenta el paso del tiempo. Se me ocurrió usar como materia prima una parte de mi archivo, que tiene un millar de imágenes originadas a lo largo de más de treinta años. Tomé algunos, los resignifiqué para esta secuencia; armé textos y los agregué. Las obras que tomé de mi propio archivo, que tienen treinta, veinte o diez años según sea el caso, de algún modo tienen el espíritu de este estilo de la historia transcurrida. Revisité mi trabajo y lo organicé de acuerdo con el gesto originario que tuvo aquella muestra histórica: porque reemplazó una palabra colonizada como “descubrimiento”, por la palabra “conquista”, que corrige y hace más real y más político el proceso. De modo que a mi propio discurso, que hoy podría considerarse no se si fosilizado, pero sí concluido, le apliqué una especie de respiración artificial para manifestarme de un modo creativo y político en este Centro Cultural. Como hace tiempo que no estoy en los medios gráficos, para mí fue como volver a publicar.



-De todos modos el gesto evidentemente político queda subsumido en el carácter artístico, en este cruce entre dibujo y gráfica.

-El proceso me permitió dar cuenta no solo de esta especie de repetición neurótica de la historia, sino fundamentalmente pude ver que la materia artística de aquello que hice, inmodestamente, sigue viva. Busco rescatar en primer lugar la sustancia artística.

-La elección del motivo central que se destaca en cada año ¿está basada en el tema que considerás más importante en cada caso?

-Solo en algunos casos puntuales, porque en general es una elección libre. Para ciertos años, evidentemente sí tomé el hecho saliente o más representativo, como en el caso del atentado a las Torres Gemelas en 2001. Es notable cómo los visitantes de la exposición se detienen ante cada pieza para ver, conversar y discutir.

* La muestra “Lluvia ácida” cuenta con obra de Marcelo Alzetta, Rodolfo Azaro, Ernesto Ballesteros, Muriel Bellini, Alfredo Benavídez Bedoya, Fernando Bedoya, Azul Blaseotto, Patricia Breccia, Lucía Capozzo, Andrés Cascioli, Guido Contrafatti, Laura Códega, Ana Eckell, Fermín Eguía, Clara Esborraz, Dana Ferrari, Lautaro Fiszman, Grupo Etcétera, Mónica Heller, Nora Iniesta, Martín Kovenksy, Sergio Langer, Lux Lindner, Alfredo Londaibere, Porkería Mala, Gustavo Marrone, Ad Minoliti, Fátima Pecci Carou, Marcelo Pombo, Flavia da Rin, Sonia Ruiz, Diana Teira, Amanda Tejo Viviani, El Tripero, Frank Vega, Franco Venturi, Marta Vicente, Mariel Uncal Scotti. La exposición se inauguró el jueves pasado en el CCR -Junín 1930-, y se puede ver de martes a domingo, con entrada libre y gratuita.