El centro de la ciudad de Tartagal se colmó de locales comerciales abastecidos con productos contrabandeados por bagayeros. Inscritos como "Polirubros" ofrecen a los tartagalences una amplia variedad de mercaderías a llamativos precios.
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El centro de la ciudad de Tartagal se colmó de locales comerciales abastecidos con productos contrabandeados por bagayeros. Inscritos como "Polirubros" ofrecen a los tartagalences una amplia variedad de mercaderías a llamativos precios.
José "Colorado" Guzmán tiene una distribuidora de alimentos en la que trabajan con él otras 7 personas y la pelean todos los días contra un factor al que es difícil o casi imposible hacerle frente: el comercio informal sustentado en el contrabando que ya inundó a los pueblos de frontera ante la total inacción de los organismos de control.
"Esta imagen se la pasé a todos los que deben evitar el contrabando, el comercio de productos que no cuentan con ninguna certificación por tanto no es apta para el consumo. Siento que de tanta impotencia, por el desinterés de quienes tienen que ponerle freno a esto y no lo hacen, me estoy enfermando. Trabajo en la actividad comercial desde que tengo 13 años junto a mi padre, uno de los fundadores del Centro Empresarios de Tartagal y nunca viví nada igual; que cualquier extranjero se instale frente a mi negocio a vender lo mismo que yo, que pago todos mis impuestos, pero de contrabando y que nadie le impida hacerlo es algo que no lo vi en mi vida".
Es el quinto viaje que la muchacha bagayera hace con fardos de Coca Cola que transporta en su espalda. Comenzó a las 5 de la mañana y hace el trayecto desde la terminal de ómnibus, donde tienen el acopio, hasta una especie de centro comercial llamado "El Patrón de la Coca". El comercio comenzó siendo un pequeño puesto instalado en la vereda -mesa, silla y una sombrilla- donde una cholita vendía "coca y bica".
Pero hoy se logró asentar en una especie de galería informal instalada en la vereda de la calle San Martín. Allí se levantaron otros cinco locales comerciales, en los que se vende: ropa americana, vajilla, alimentos, herramientas y por supuesto gaseosas de primera marca que la muchacha junta en cada viaje que hace.
En Salvador Mazza, Aguaray y General Mosconi cerraron casi todos los comercios de venta de ropa y subsisten los que venden alimentos. Aunque a estos últimos también les resulta difícil competir con los precios. Otros se abastecen mitad de productos argentinos y otra mitad de productos que ingresan desde Bolivia. "Si querés tomar Coca Cola de Argentina, comprá con embase retornable" recomienda la empleada de un supermercado que en base a su propia experiencia y asegura que "el gusto es totalmente distinto pero la gente quiere pagar más barato".
"Esta gente que está frente a mi depósito comenzó en la pandemia y hoy tienen como 5 locales con millones de pesos en mercadería, toda de contrabando. Por supuesto que venden lo mismo que yo y que venden muchos otros comerciantes de Tartagal a menor precio porque no pagan un peso ni de alquiler, ni de servicios, ni de impuestos municipales, provinciales ni nacionales y no hacen un solo aporte patronal. Un amigo al que yo le contaba lo que estoy padeciendo me decía: 'No te calentés, hacé lo mismo que los bolivianos y en 5 años vas a tener 5 depósitos'. Parece un chiste de mal gusto pero es real, yo lo estoy viendo todos los días con mis propios ojos, como lo ven todos los comerciantes que no se animan a hablar por temor a represalias, porque lo nuestro no son los medios de comunicación ni las polémicas. Lo nuestro ha sido históricamente trabajar pero yo ya no sé qué hacer para defender mi fuente de trabajo y el de todos mis empleados", expresa Guzmán sumido en la bronca y la impotencia.
Con patentes de Salvador Mazza
Quienes también abastecen a los comercios informales de Tartagal son fleteros de Salvador Mazza, quienes cada madrugada llegan a los pueblos cercanos como, Tartagal, Mosconi o Embarcación y descargan sus productos.
"La camioneta roja es la que trae los huevos, la otra trae mercadería en general y las tengo a todas registradas. Me tomé el trabajo de rastrearlas por las patentes y efectivamente están registradas en Salvador Mazza. Llegan todas las mañanas, distribuyen en frente a mi negocio y desde ahí se hace el resto de la distribución. Jamás he visto un inspector de rentas, de bromatología o de fiscalización que llegue a la primera hora de la mañana cuando hacen los acopios, aparecen cuando ya se distribuyó todo en otros comercios; si eso no es una tomada de pelo que me digan qué es" expresa Guzmán indignado.
Guzmán considera que "esa polémica que se armó en Aguas Blancas por el tema de la colocación de 200 metros de alambres protegerá al comercio de Orán sin ninguna duda más allá que tenga los fines de evitar el ingreso de otro tipo de productos. En Salvador Mazza deberían hacer algo parecido o mejor porque acá se centra el contrabando a gran escala; no es la gente que va a comprar para su propio consumo que es totalmente dueña de hacerlo y comer caballas, galletas o lo que quiera. El tema es que compiten con distribuidoras como la mía porque ellos no son un puestito de venta, son distribuidores de mercadería que ingresa de contrabando. La Gendarmería, la Aduana ¿no saben que entran camiones llenos de productos, transportando heladeras, freezers, acondicionadores de aire o lo que se les ocurra contrabandear?", formula como una pregunta con una respuesta más que obvia.
Guzmán como otros comerciantes con antigüedad del departamento San Martín ven como su negocio cae por un plano inclinado. Una situación en la que las obligaciones tributarias -pago de servicios y aportes patronales- siguen siendo las mismas, pero los derechos de competencia leal hace rato que ya no existe para ellos.