Adrenalina, dinámica, inmediatez. Duelos con desenlaces repentinos para generar impacto y sorpresa. En el afán de no perder al público joven, el deporte mundial buscó aggiornarse en los últimos diez años para amplificar su audiencia y mantener el interés de todos los rangos etarios. Un ejemplo son los Juegos Olímpicos, que en sus últimas realizaciones sumaron disciplinas como el básquetbol 3 x 3, el breaking y el skateboarding. El golf, con su tradición y vueltas que se estiran como chicle a lo largo del día, vio una amenaza en esta ola renovadora. Así, a los tumbos, intentó quitarse esa pátina conservadora y barajó alternativas, pero lidió con algunas situaciones traumáticas: el circuito árabe LIV y sus torneos reducidos a 54 hoyos, sin cortes clasificatorios, animados con música a todo volumen y espectadores revoltosos, provocó un conflicto con el más convencional PGA Tour, un chispazo del que todavía quedan secuelas.