Tribuna

Las encuestas de la discordia: una tragicomedia electoral en Bolivia

Las encuestas de la discordia: una tragicomedia electoral en Bolivia
Alberto De Oliva Maya | Columnista
| 2024-12-05 01:05:40

En un país donde las encuestas parecen reflejar más intereses que opiniones, el espectáculo de los números electorales sigue sorprendiendo. La última entrega de este culebrón político incluye sondeos de diversas fuentes, cada uno más "creativo" que el anterior, pintando un panorama en el que las cifras no coinciden ni por casualidad. ¿Coincidencia? Difícil de creer.

Primero, el empresario Raúl Garafulic nos deleita con una encuesta en la que Tuto Quiroga lidera con un 27,5 % de intención de voto, seguido por Rodrigo Paz (22,1 %) y Chi Hyun Chung (14 %). Más abajo, figuras como Reyes Villa, Doria Medina, Camacho e incluso Mesa apenas figuran. Luego, Morris & Co. nos presenta su versión: Reyes Villa en la cima con un sorprendente 35,5 %, escoltado por Andrónico Rodríguez (25,6 %) y Tuto en un modesto tercer lugar (14 %). ¿Y el presidente Luis Arce? Un humilde 12,1 %.

Como si dos versiones no fueran suficientes, llega el "magnánimo" Marcelo Claure con su propia encuesta, prometiendo ser la más confiable de todas porque, según él, proviene de la encuestadora más prestigiosa de Estados Unidos. Los resultados: un empate entre Evo Morales y Reyes Villa con un 18 %, Doria Medina con un 13 %, y Tuto y Camacho peleando por un 9 %. ¿Carlos Mesa? Apenas un 6 %, mientras que un misterioso "Tilín" cierra con un 4 %.

Lo más hilarante es que el verdadero ganador de estas encuestas no es ninguno de los candidatos mencionados, sino el omnipresente "No Sabe/No Responde", que se lleva un rotundo 21 %. Este personaje ficticio, pero poderoso, se ha convertido en el reflejo de una ciudadanía desconfiada, cansada y desencantada con todos los actores políticos.

Estas encuestas son el show de los números mágicos. El baile de cifras es digno de una película de ciencia ficción. En menos de una semana, Reyes Villa sube un 29 % en una encuesta y cae un 17,5 % en otra. Tuto Quiroga, por su parte, pierde un 13,5 % entre las dos primeras encuestas y otro 18,5 % al llegar a la tercera. A este ritmo, podríamos esperar que Manfred alcance el 100 % de apoyo en un par de meses, dejando al resto como meros espectadores. ¿Exagerado? Quizás, pero en Bolivia nada parece imposible.

Raúl Garafulic, conocido por su historial con Página Siete, sigue haciendo de las encuestas un negocio rentable. Morris & Co. tampoco inspira confianza después de sus pronósticos fallidos en elecciones municipales pasadas. Y, por supuesto, la encuestadora contratada por Claure tiene su propia reputación cuestionable, habiendo fallado estrepitosamente en las elecciones estadounidenses.

El verdadero problema: la crisis de liderazgo

Más allá de las cifras manipuladas, estas encuestas reflejan un problema más profundo: la falta de liderazgos auténticos en el país. El "No Sabe/No Responde" no es solo una categoría estadística, sino una metáfora del vacío de confianza en los políticos tradicionales. Bolivia parece estar atrapada en un ciclo de figuras recicladas, discursos trillados y promesas incumplidas.

La mayoría de los candidatos llevan más de tres décadas en la política, usando las mismas estrategias gastadas para perpetuar sus intereses personales. Mientras tanto, el país sigue hundido en la pobreza, la corrupción y el desencanto.

Sin embargo, hay un futuro esperanzador. Entre tanto caos, surge la figura de un líder invisible: el "No Sabe/No Responde" encarnado en la indignación colectiva. Este personaje es el reflejo de un pueblo que, cansado de promesas vacías, exige un cambio real. No es político ni empresario, sino un ciudadano común: un trabajador, un maestro, un ama de casa, un joven con sueños o un adulto con experiencia. Es alguien que no teme señalar verdades incómodas y que tiene el valor de enfrentarse a un sistema corrupto.

¿El futuro líder: un político o un empresario?

Bolivia necesita un líder que no solo prometa, sino que actúe. Alguien que no busque perpetuarse en el poder, sino que trabaje junto al pueblo para sacar al país de la crisis en la que lo ha sumido el MAS y la democracia pactada. Ese líder podría estar entre nosotros, escondido en la indignación y la esperanza de millones.

¿Y si el próximo líder de Bolivia no lleva décadas en la política, pero sí en la generación de empleo? ¿Podría alguien entre los que hoy dicen "No Sabe/No Responde" estar listo para dar respuestas y soluciones? ¿Será capaz de cambiar la figura del desastre nacional al que nos ha arrastrado este gobierno?

Imaginemos un líder que no gasta su tiempo levantando la mano en el Parlamento, sino levantando empresas que crean oportunidades reales. Un empresario que no promete riqueza, sino que la sabe generar; que no vive de discursos, sino de resultados; y que entiende que la clave del progreso no está en el bolsillo del Estado, sino en el trabajo honesto y bien dirigido.

¿No sería refrescante alguien que sepa lo que cuesta pagar una planilla, en lugar de prometer bonos con dinero que no existe? Un líder que, en lugar de buscar culpables en el pasado, trace un camino hacia el futuro con propuestas claras y viables.

La gran pregunta

¿Podrá Bolivia finalmente tener un líder que hable el lenguaje de la inversión y no el de la demagogia? Quizás el país necesite un CEO, no un político reciclado. ¿Estará entre nosotros ese líder que entienda que no se trata de ganar elecciones, sino de cambiar vidas?

La pregunta no es si Bolivia puede cambiar, sino si estamos listos para aceptar a alguien que nos enseñe a hacerlo.

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Alberto De Oliva Maya | Columnista