En medio de una interna con Evo Morales, el gobierno de Luis Arce debe hacerle frente a la caída de reservas y el aumento de la inflación, producto de la baja de ingresos por la exportación de gas.
Atravesado por una interna feroz contra el exmandatario Evo Morales, el gobierno del presidente de Bolivia, Luis Arce, experimenta un fuerte deterioro de las principales variables de la economía boliviana, tales como el aumento de la inflación, el crecimiento del mercado informal de divisas, y sobre todo, la fuerte merma de reservas del Banco Central de Bolivia.
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Hace no tanto tiempo, Arce era considerado el arquitecto de la bonanza económica, ya que fue el ministro de Economía de Morales desde 2006 a 2017. Sin embargo, tanto en el plano político como en el económico, esa situación se resquebrajó, especialmente durante este último año.
A nivel político, el enfrentamiento con Morales por la conducción del partido Movimiento al Socialismo (MAS) es explícito. A principios de octubre, reflotó una denuncia que acusa al ex mandatario de haber cometido estupro, algo que Evo aseguró que se trata de una maniobra de Arce para inhabilitarlo políticamente de cara a las próximas elecciones.
Por el conflicto con Morales, Arce no solo se enfrenta a bloqueos y cortes de camino por las movilizaciones de las bases del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido fundado y liderado por el expresidente. También arriesga el rápido deterioro de la economía del país que le quita competitividad de cara a las elecciones del próximo año.
A tal extremo llega la ambición de Luis Arce que, para forzar mi inhabilitación a las elecciones nacionales, proscribir al MAS-IPSP y detenerme, sin ningún escrúpulo y vergüenza, es capaz de violar todas las leyes.
Primero quiere poner en vigencia mañosamente un caso rechazado… pic.twitter.com/kNN7aKV2AN— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) October 13, 2024
Los orígenes de la crisis
El economista Daniel Flores Escobar afirmó que “en este momento Bolivia muestra serios signos de crisis económica” tanto en el área fiscal, como comercial y financiera. Desde su perspectiva, los primeros síntomas comenzaron a aparecer tras la “crisis sanitaria” producto del coronavirus en 2020.
Por su parte, el analista financiero Dario Monasterio se mostró más crítico y planteó que los orígenes de la crisis se pueden rastrear hasta los gobiernos de Evo Morales, “ya que la política económica la dictaba Luis Arce”.
De todas maneras, para ambos entrevistados el problema central de la política económica es el mismo: la pérdida de recursos provenientes de la exportación de hidrocarburos.
Flores explicó que el Estado boliviano “se financiaba principalmente por los ingresos que recibía de las exportaciones hidrocarburos y de los otros sectores estratégicos de la economía, algunos administrados por el sector privado, como la minería y la agroindustria”.
Desde su perspectiva, el problema del gobierno es la “falta de capacidad que tiene el Estado para generar nuevas fuentes de financiamiento para hacer inversiones públicas y políticas de redistribución del ingreso, que es lo que caracterizó los buenos años de bonanza”.
Al plantear el origen del problema más atrás en el tiempo, Monasterio argumentó que “en octubre de 2014 empiezan a caer los precios del petróleo, comienza a no haber renovación de las reservas de gas y no se encuentran nuevos mercados”.
En paralelo, la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) “empieza a hacer exploraciones e inversiones con muy poco éxito y teniendo pérdidas durante muchos años”.
Por lo tanto, afirmó que a partir de entonces “no solo empieza a haber un ajuste por precio (por la caída de las commodities), sino también por cantidad”, debido a la disminución de la producción de gas, que aún no se pudo revertir.
“Esa menor cantidad hace que empiece a aumentar la cantidad de importación de combustibles para abastecer al mercado interno. Tenemos una balanza hidrocarburífera negativa”, planteó Monasterios.
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El desplome de las reservas y el aumento de la inflación
Una de las consecuencias más importantes de que el gobierno haya comenzado a importar combustible para abastecer al mercado interno antes la caída de las exportaciones es el desplome de las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia.
De acuerdo a Flores, a datos de septiembre las divisas en las arcas de la autoridad monetaria fueron de apenas US$ 1.700 millones, “de los cuales el 90% es oro que el Central no puede vender”.
A modo de comparación, Monasterios agregó que en 2015 las reservas habían llegado a ser de U$S 15.000 millones, “equivalente al 50% del PBI y de las cuáles U$S 7.000 millones eran divisas”.
Esta caída en las reservas obligó a implementar restricciones cambiarias para los compradores, lo que derivó en la aparición de un mercado paralelo. Actualmente, la brecha cambiaria es del 50% a favor del dólar informal, que cotiza a b$ 10,5.
Esta situación a su vez trae aparejado un impacto inflacionario sobre los precios. “La proyección del gobierno era de 3,6% para 2024 y la inflación acumulada hasta septiembre es de 5,5%, mientras que la inflación en productos de la canasta básica ya es de 10%”, agregó Flores. Sería la inflación más alta desde 2008, cuando fue de 11,8%.
El impacto sobre la pequeña industria
El presidente de la Confederación Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype), Carlos Bolaños Zapata, aseguró a Simalco que desde el sector han tenido que “vender maquinaria o cerrar talleres por no conseguir divisas para importar”. Solo en el eje central de Bolivia, afirmó que cerraron aproximadamente 22.000 unidades productivas.
“Los que necesitamos los insumos y maquinaria tratamos de ver alguna manera de asociarnos e importar entre varios compañeros. Cuando vamos al banco cada mes podemos retirar un máximo de US$ 1.500 y, si tenemos un caja de ahorro en dólares, no podemos retirar el efectivo y no podemos cumplir los contratos”, explicó.
En este sentido, el titular de la cámara empresaria afirmó que “el gobierno no presenta ningún tipo de político respecto al tema productivo”. Todo lo contrario, ya que afirmó que “están legalizando el contrabando de manufacturas chinas y coreanas”.