Editorial

¿Quién decide en el MAS?

El escritor Emilio Martínez ha dado la mejor explicación sobre la renuncia del exministro Iván Lima, uno de los principales alfiles de Luis Arce...

Editorial | | 2024-10-04 00:04:09

El escritor Emilio Martínez ha dado la mejor explicación sobre la renuncia del exministro Iván Lima, uno de los principales alfiles de Luis Arce. Cree que Lima fue removido del gabinete porque, durante la marcha "para salvar a Bolivia", encabezada por el cocalero Morales, sugirió su aprehensión y encarcelamiento, al que constantemente acusan de desestabilizar al gobierno e intentar derrocar a su pupilo.

Martínez sostiene que, aunque las dos facciones del MAS están enfrentadas y al borde de la ruptura —acusándose mutuamente de todo y habiendo incluso llegado a los golpes—, existe una línea roja que hasta ahora no han cruzado. Según él, los instructores cubanos no desean que las contradicciones internas del MAS —que algunos consideran ficticias o parte de un espectáculo— terminen en la desaparición del "proceso de cambio", como sucedió en Ecuador, donde la destrucción del correísmo surgió desde dentro del régimen.

Esta tesis ha sido confirmada recientemente nada menos que por el fiscal general, Juan Lanchipa, quien destituyó de inmediato a una fiscal de Tarija que había emitido una orden de arresto contra el expresidente Morales, que enfrenta múltiples acusaciones, incluidas denuncias por pedofilia y abuso de menores. La funcionaria se ha quejado de abusos por parte de su superior, acusándolo de proteger al exmandatario, quien, además de las denuncias por su enfermizo interés en jovencitas, está implicado en narcotráfico y otros delitos graves.

A pesar de las acusaciones mutuas dentro del MAS, nadie ha iniciado investigaciones ni ha procesado estos cargos. De hecho, es la primera vez que alguien del sistema sobrepasa los límietes mencionados por Martínez y el resultado ha sido un mazazo en la cabeza, lo que revela el temor de la dictadura a que todo se desmorone.

Siempre se ha dicho que la división del MAS es imprescindible para la supervivencia del partido, aunque sea solo aparente y pese a que todo parece resumirse en una lucha por el control del narcotráfico. Cada bando busca un efecto diferenciador para recuperar el respaldo popular perdido por la corrupción y el fraude. Arce ha intentado distanciarse del estigma cocainero del "instrumento político", mientras Morales está aprovechando la crisis económica para proyectarse como salvador.

La estrategia parece ser mantener el conflicto en el tapete hasta que las encuestas, los cubanos o alguna otra circunstancia determinen al candidato para las elecciones de 2025, sin que ello implique una ruptura total, la polarización del electorado masista o, mucho menos, perder el poder. De hecho, los asesores caribeños han logrado que esta estrategia concentre toda la atención en el MAS y han vuelto invisible a la oposición.

Algunos creen que la decisión final sobre lo que ocurrirá después de 2025 no depende de nadie más que de la crisis económica. Quienes sostienen esta opinión temen que todo termine como en 1985, con Siles Zuazo tirando la toalla y dejando el camino libre a un proyecto totalmente antagónico, el mayor temor de los cubanos.